Ya se ha hablado antes de él en este post pero quiero señalar que recuerdo con especial cariño el Ferrari de rallys pues el primer rally que vi en mi vida fue un Rally de San Agustín en 1984 ganado por Antonio Zanini a los mandos de aquel 308 GTB blanco.
Con posterioridad , tal como algún forero señaló más arriba , corrieron el Príncipe de Asturias de aquel año , puntuable ya para el campeonato europeo , tres Ferraris 308 GTB. El del propio Zanini y el de los italianos Lucky y Tognana. Los dos primeros abandonaron yendo en cabeza y Tognana terminó finalmente segundo tras Salvador Serviá. Zanini terminó la temporada ganando seis rallys y como campeón de España cosa que , sino me equivoco , es la única vez que se produjo a los mandos de un Ferrari.
Como curiosidad os dejo un estracto de unos comentarios sobre aquel año escritos por Josep Autet , copiloto de Zanini aquella temporada , que encontré mientras buscaba las fotos de arriba .....
" .... ¿Sensaciones de la temporada? Muchas, variadas e inolvidables, como en toda aventura en la que el esfuerzo sin límites preestablecidos del factor humano es el que permite alcanzar el éxito, como el que vivimos en el Rallye San Agustín. Veníamos de ganar el Rallye Osona con la unidad roja “hecha en Barcelona” tras haber salido yo de la Clínica de Vic pocos días antes afectado por un virus desconocido. En el Osona ¡con una sola pasada de entrenamiento por tramo! ganamos sin problema y también en el San Agustín de Avilés, una semana después y en pleno agosto. Era ya la quinta prueba del nacional en la que participábamos con el Ferrari blanco. Todo fue bien en los entrenamientos pero en el test del viernes por la tarde se nos quemó una junta de culata ¡y no teníamos recambio! Había que sacar el motor y abrirlo, pero lógicamente no había repuesto más que en Italia… o en Ferrari-Serena de Barcelona.
Un amigo, Josep Colomer, convencido como no por Zanini, fue el que se encargó de entrar de noche en el taller Serena de Barcelona, buscar el dichoso juego de juntas (tras largos minutos al teléfono, claro), viajar hasta Madrid en puente aéreo, hacer el trayecto Madrid-Avilés en coche de alquiler y llegar justo el sábado a medio día para que el equipo pudiera colocar la junta en el bloque del V8 del Ferrari, verificar fuera de tiempo previa autorización del organizador, entrar en el parque cerrado (¡que bonita ovación del público al hacerlo!), salir a la carrera por la tarde (antes los rallyes eran siempre de noche) …y regresar 14 horas después como ganadores del rally. Son detalles que ahora, incluso con muchos más medios y posibles soluciones, se hacen difíciles de imaginar, pero que en aquellas épocas eran casi un estilo de vida.
Recuerdo además con especial cariño esa carrera porque tuvimos que correr de lo lindo durante toda la noche. Para cambiar una correa rota se practicó un boquete en el habitáculo, detrás de los asientos, porque de otra forma no era posible acceder a la parte delantera del motor sin tener que sacarlo fuera y luego, sin penalizar y con todo el ruido –precioso pero ensordecedor– en el interior, seguir en carrera. Llegamos al último tramo, Xago-Endasa, a plena luz de día y con toda una noche de carreras a cuestas, empatados con el R 5 Turbo de Genito Ortiz. Era a todo o a nada. Aligeramos el coche al máximo: rueda de repuesto, gato, gasolina, pequeñas herramientas, anoraks, mi bolsa de copiloto, uno de mis dos relojes, el road book, todo lo superfluo quedó fuera para hacer los 8 kms. del tramo lo más ligeros posible. Arrancamos bien e hicimos el tramo a tope, en las largas rectas intermedias el ruido del motor a altas revoluciones era alucinante, en las curvas la gente se apartaba de las cunetas y los saltos del público en la bajada poco antes de terminar el tramo eran emocionantes de ver. Mi voz, algo ronca ya después de tanto tute, salía con fuerza y ganas. Y Zanini ¿qué decir? Condujo como nunca, absolutamente genial, con un dominio total del Ferrari y aprovechando al máximo sus posibilidades, una auténtica máquina de ir rápido, el Ferrari y Antonio eran una misma cosa, esforzándose ambos al absoluto límite. Cruzamos la meta (¡4’11” para 8 kms!) y salté hacia el stop para ver cual era el tiempo que marcaría Genito. No hizo falta, con mi reloj controlé las diferencias en la meta y Ortiz-Barreras entraron 1 minuto y 2 segundos después de nosotros ¡habíamos ganado el rally!"