En la cena del foro el otro día en Madrid, hablábamos precisamente de este aspecto. Había dos posturas: los conservacionistas y los restauradores. No enfrentadas pero sí muestra de diferentes sensibilidades.
Hay clásicos con un estado de origen, acaso no muy de concurso, pero que conservan al máximo sus elementos originales, con el envejecimiento lógico. Puede que el cuero esté ajado, que la pintura tenga su defectillos, que los cromados no brillen tanto, pero son los originales que en su día salieron de Maranello.
Otros, los Ferrari restaurados, están hoy día mucho mejor que en su momento cuando se fabricaron: las pinturas, aleaciones, las herramientas, los materiales en general empleados, son mejores y mejor aplicados que entonces. Acudirán a un Concurso de Elegancia y se llevarán los aplausos, pero son –en buena medida- otros Ferrari diferentes a los que n su día fueron paridos en Via Abetone.
Y no quiero menospreciar a estos Ferrari restaurados; en modo alguno. Son esenciales esas tareas de restauración bien hechas y que permiten conservar aquellos modelos que, de otro modo, se perderían.
Pero cada Ferrari es fruto de su tiempo, de su momento histórico, es un pedazo de la leyenda; así tal cual fue fabricado.
Desde mi punto de vista el 125 S que hoy vemos, no es el 125 S de Franco Cortese, que por cierto duró bien poco en su configuración original. Es otro Ferrari que reproduce aquel con la máxima fidelidad y autenticidad.
¿Réplica? ¿reproducción? ¿reconstrucción? Creo que es una mera cuestión semántica. Es otro 125 S, extemporáneo y con otra alma. Pero, bendito sea también.
Es sólo una opinión.
Para compensar el “paquete”, va imagen del 125 S
vero.
Saludos, Bandini.